La discusión y controversia acerca del uso de materiales de flotación durante las sesiones de terapia acuática es frecuente, y sienta en banquillos enfrentados a quienes las usan y a quienes no las usan, asentados en posiciones difíciles de reconciliar. Escapar de actitudes dogmáticas me parece una práctica muy sensata y eso mismo: práctica, en tanto que abre la visión de tu abanico de herramientas, y de cómo las usas.
De entrada, así a primeras, yo suscribo la opinión de que los elementos que asisten de alguna forma la flotación solo deberían utilizarse para lo contrario: para retar el equilibrio, para desestabilizar en lugar de ofertar una suerte de flotación pasiva, que evita al paciente una de las grandezas de trabajar en el agua: el reto de sostener el equilibrio continuamente. Esto si hablamos de trabajo activo y en vertical, que es la mayoría de lo que yo hago, porque entendemos que algunas técnicas o abordajes requieren de forma inevitable el uso de estos materiales, con el Método de los Anillos de Bad Ragaz, o algunas secuencias de técnicas de trabajo corporal acuático en flotación, por ejemplo.
Hecha esta aclaración, me gustaría aportar más elementos al asunto que nos trae.
En un hilo de discusión en el grupo de la Red Española de Terapia Acuática, RETAcua, en facebook, el debate surgió tras la presentación de un traje diseñado para aportar flotabilidad vertical a niños con discapacidad. Lo grave de aquel traje, del que ya no he vuelto a tener noticias, es la grandilocuencia con que afirmaba aportar beneficios atribuibles directamente a vestir el traje, cuya tecnología aseguraban que hacía llegar al paciente a obtener resultados que, de otra forma, no eran menos que imposibles.
Nada más lejos de la realidad: la mecánica de fluidos ya aporta suficiente, o mucho más que suficiente, entorno enriquecido y privilegiado en que desenvolverse sin tan avanzado traje espacial. Creo que la entrada original en aquel grupo ha desaparecido, porque no la encuentro… pero te aseguro que no gustó nada.
Al hilo de una situación similar, aunque bastante más razonable, os dejo ahora lo que sigue: unas reflexiones que hizo Johan Lambeck en 2013 acerca del EasySwim, un dispositivo que se comercializa en los Paises Bajos. El texto original, en holandés, puede encontrase en este enlace de su web. Yo lo lo traigo en inglés: LINK. Léelo, no tiene desperdicio.
«En función de las capacidades del usuario hace falta aportar mayor o menor soporte manual para resolver problemas de equilibrio […] En este supuesto, las ayudas de flotación podrían alternarse con el soporte manual, aportando cierto nivel de libertad para explorar los movimientos y el entorno. Las ayudas de flotación conducen a posiciones horizontales, y esto es lo que evitamos en Halliwick». Y mucho más…
Johan Lambeck
¿Qué te parecen estas consideraciones? A mi me han sorprendido!